¿Cómo desencantar la palabra sin volverla inservible, inválida, o
semejante a la mentira?
Es una pregunta abierta e
insidiosa, porque no busca una explicación sino una formula- tal vez otro
conjuro- que contrarreste su poder evidente y temido.
Hasta ahora, mi única defensa fue
herir la palabra en su “univocidad” hasta desangrar su poder en nada… (Divide su sentido y reinarás)
Pero esa palabra, inútilmente evadida, no vive sola. Ella
queda sujeta a un sin número de incontrolables influencias; pensamientos que
surgen aunque nadie los quiera. (Fantasmas
de las sombras errantes), ¿llamarlas miedo?
…Conozco el poder de la palabra-conjuro
en mi sabida condición de maga-
hechicera de los deseos profundos, esos que no se dicen por temor a qué se cumplan.
Conozco el poder de la palabra-
conjuro, en las cosas que Si he querido y que por fortuna y empeño también se
cumplieron.
Conozco el conjuro de la palabra mantica
y su poder transformador de la insistencia emocional vinculada a un "yo soy
esto..."
Conozco el poder de la palabra-
conjuro en la rectitud de la palabra comprometida por un sello de fuego, indeleble e invisible.
Conozco el poder de la
palabra-conjuro en la interpretación sentenciosa de una autoridad capaz de
torcer la simple percepción propia.
Conozco el poder de la palabra-
conjuro en la recitación mantrica, cuyo
sonido reiterado va cincelando los
espacios sutiles.
Conozco el poder de la palabra -conjuro
en la manifestación de un enunciado, cuya disculpa o excusas no lo borran del mundo de la existencia.
Conozco el conjuro de la palabra
de un buen deseo dicho con la
afectación correspondiente, en tiempo y forma.
Conozco el poder del conjuro en la palabra escrita y su indeleble
persistencia que la convierte en profética.
Pero aún, no conozco el conjuro
que la contrarreste.
La pócima salvadora de las
fatalidades que hace de mi mundo un samsara lleno de encantamientos.
Es mi deseo de año nuevo que ese
don me sea otorgado. ASí SEa.