...De la creación, la negación,
O la transformación.
Me doy cuenta, que a medida que el
mundo se expande hacia bordes cada vez más alejados, al mismo tiempo la mirada
se agudiza en cuanto a los detalles, el contorno preciso de un concepto O una idea.
Es como un embudo al revés;
mientras el ojo se agranda hasta ocupar
el ancho de la boca la visión se
ajusta a lo más concreto y específico de aquello que es mirado. La manera en
que las cosas imprecisas van tornándose nítidas como un antes y un después de
los anteojos. Doy un ejemplo.
Hasta un minuto antes de la
meditación los conceptos de “creación”, “negación de la realidad” y
“transformación”, conformaban un paquete cuya comprensión aludía a una noción vaga.
Sin embargo, la meditación cambió la vaguedad por una comprensión discriminada en cuanto a las diferencias en cada uno de estos conceptos, a
saber.
En la cosmogonía humana existen al
menos dos grandes visiones a cerca de la “creación”. A) la creación ex nihilo y
B) la creación a semejanza O recreación.
La creación ex nihilo expresa la idea de dos estados pre existentes; el
estado Dios y el estado Caos sobre el cual Dios interviene poniendo orden y
verbo sobre la confusión precedente O, expresado a la manera del génesis, “es el
espíritu de Dios que sobrevuela sobre las aguas”organizando la manifestación y
nombrándola para que complete su conformación de ahí en más...
La creación a semejanza, en cambio, supone la existencia de un prototipo generador que en cierta forma “crea” una copia, un clon cuyo desenvolvimiento demostrará
la identidad a semejanza de su origen O la degeneración del molde y su desvío
degradado. Sin embargo, y a pesar de sus diferencias apreciables, ambas concepciones suponen la
preexistencia de un creador, capaz
de crear con mayor o menor libertad la
definición del mundo creado, pero que en definitiva, al estar asentados sobre
moldes previos sus destinos
ingresan a la manifestación de manera condicionada. Por lo que: Ser
en el mundo de lo creado es “vivir” la condición de forma y nombre conforme a la razón del creador: la voluntad que
cohesiona sentido en el mismo acto de crear.
O dicho de otro modo; la creación ex nihilo
comprende un estado de mundo preexistente, un “algo” cuya voluntad es “crear”
desde sí un “otro” por fuera de Sí,
sea este un igual a sí mismo, un
clon, O un hijo de sí; me refiero a ese
“otro” que proviene de Uno y que en la “comparación” existe como distinto. Tal
como sucede en el mundo fenoménico cuya distinción se genera en la comparación
de cualidades relacionales, como por ejemplo, lejos y cerca, alto y bajo,
inteligente u obtuso, etc. / Así
funciona el mundo de los fenómenos, con atributos adjudicados por la comparación: comparaciones neutras O cargadas de valor. Cuando la comparación
está cargada de valor ese valor
hegemoniza la percepción de la llamada “realidad” y se convierte en modelo de
semejanza. La semejanza tiende a sostener su auto identidad, y por lo
tanto, rechaza la desviación considerada corrupta e infiel.
…En este límite, -la pequeña franja
entre el creador y lo creado-, es el lugar en que se instala el impulso por
“ser otro” (con relación a la semejanza) y en donde surgen las opciones de negar
O transformar el instinto desesperado y vital por NO ser la mismidad, y sin embargo, extraer de la mismidad una
porción de Uno mismo, el derecho a la existencia auto determinada y
productivamente autónoma. El Ser auto fundamentado.
…No estoy hablando del yo
personal sino de una situación de mundo inexistente
de otro modo, es decir, un mundo no nacido de la
comparación y por lo tanto único, auténtico y singular.
…Podría decirse que en un primer
momento separarse de la mismidad requiere de una negación profunda, una
negación radical de todo lo anteriormente sido. / Surge entonces el recurso de la
vacuidad, la infinita posibilidad de lo no nacido, lo inarticulado absoluto
que de suyo es impronunciable. Es el estado de absorción en la indiferencia de las cosas sin ese
“otro” que las menciona y exclama. Es
el Samadhi de Buda y la extinción
del núcleo llamado yo, cuya función activa es calificar los continuos de conciencia en los que está
inmerso. Se trata, me parece, de la suspensión
premeditada de la fe que se ha
puesto en que las cosas son del modo
en que se ha dicho que son, el mundo tal
como nos fue dado. Es el acto de suspensión del
juicio con el fin de constatar la
simple evidencia de que detrás de todo valor existe aquello que “es” en
su desnuda indiferencia. Y que, como dicen algunos budistas, finalmente el “yo”,
sujeto de sus enunciados, es un punto de
vista relativo a unos valores encarnados en tanto un” yo”.
En este sentido, el Samadhi es el
gran purificador de los mundos dados, el igualador indiferente que extingue las
prenociones que construyen la escala de valor. La aplanadora de sentido cuyo
estado se parece a la muerte, la desintegración, esa lenta distancia con las
cosas de este mundo/. Sin embargo, ni siquiera el Buda histórico permaneció en
ese lugar más allá del tiempo de sus meditaciones. Volver a las cosas de este
mundo incluye “separar” del continuo de
conciencia aquellas porciones a las que se le han de dar entidad para que vivan en distintos niveles de
encarnación; y si ese nivel alcanza lo físico, mejor aún./ La transformación surge entonces
como una suerte de tristeza que nada tiene por lamentar, y como nada lamenta, ella, la mente, “crea” en el espacio de lo impensable despreocupándose del antecedente. La transformación tiene la aridez del desierto, y su propia alucinación.
(Digresión). Hace unos días leí una
nota sobre la materia oscura. En
ella se afirmaba que de no ser por la gravedad ejercida por dicha materia-(inmensamente más numerosa que la materia visible)-el
universo, tal como lo conocemos, no podría mantenerse reunido. Tal presunción científica me hizo pensar en
lo importante de la dimensión material. Pues, frente a la fuerza ininterrumpidamente
expansiva y disgregadora de la energía
oscura, la materia densa, en su
polaridad oscura y no oscura, se vuelve imprescindible. Tal
vez sea esta la principal razón de la existencia del Hombre. Venir a este mundo para
hacer visible lo invisible de manera coagulante, y cada vez más sólida. Es
decir, contrapesar la poderosa fuerza de repulsión de la energía oscura con su contrario, la congregación de la materia en
universos, constelaciones, planetas, meteoritos, océanos, mares, cardúmenes,
tierras, islas, continentes, montañas, minerales, bosques, faunas, especies,
humanidad, civilizaciones, dedos, manos, ojos, herramientas, cuerpos, partículas,
células, microbios,- todos ellos- que a
pesar del vacío fueron reunidos
por la aglomeración amorosa del átomo. Ω
Por qué nos resulta inconcebible la creación absolutamente ex nihilo, sin creador, sin materia caótica, sin modelo real o ideal? Será porque los humanos sólo somos capaces de concebir antropomórficamente a nuestra imagen y semejanza: Creación = trabajo sobre la materia?
ResponderEliminarSin ambargo la idea de creación con autor y libreto también abriga en sí el germen de su imposibilidad: De dónde surge la diferencia, cuál es su modelo? Es necesario un prototipo de la falla, de la diferencia o de la imperfección. Que entonces se convierte posibilidad de ser con el mismo estatus y derecho que la creación perfecta: la valoración es nuestra.
El Creador contiene el prototipo de todo lo existente y posible. Es en sí el molde infinito, de una infinitud tan inconcebible como la nada, como el vacío sin espacio ni tiempo.
Y la Sustancia, aquello que para Spinoza “existe por sí mismo”, no entra en la jurisdicción de lo creado?
La Contingencia no tiene cabida en la Lógica.
Sí, la experiencia de la vacuidad, la anulación del yo es ese “estado (que) se parece a la muerte”, más aun es la misma muerte si la anulación es completa... y entonces no puede ser experiencia, es dejar de ser. En toda experiencia se mantiene ese hilo de conciencia que permite “volver”, tal como durante un sueño queda vigilando para clausurar en algún momento al mundo de fantasía. En toda experiencia participa el yo, que es quien la vive.
muy bueno, gracias.
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