domingo, 19 de febrero de 2012

Pensamientos: la semejanza

   Buda azul femenino
...Se dice que la tierra vista desde el espacio estelar es un diminuto planeta azul.
Y que es aquí, en este planeta, el lugar en donde se resuelven las grandes "batallas" de todos los mundos.
Supongamos que es cierto: que la tierra y sus encarnaciones sea la posibilidad privilegiada para que los humanos podamos "editar" aquella información acumulada en la memoria inconcebible del Universo.
Me refiero a la opción/menú que nos permite, borrar palabras,corregir acentos,ortografía, subir imágenes e incluso modificar el título y el contenido de lo que ya fue escrito.      
Si aplicáramos la facultad de "editar", esas cosas que nos provocan malestar podrían cambiarse. 
Y seguramente, abordaríamos sin temor aquello que haciéndonos felices no encaramos por falta de coraje. El temor de lo definitivo, lo irremediable, la falta inexorable. 
...Diríamos, si lo "dado" puede corregirse, mejorarse, y reciclar. ¿Por qué no hacerlo?. 
Ayer conocí a un linyera de la basura cuya "pasión", -o sentido de existencia-, es encontrar desechos con valor histórico que luego recicla para vender. El verlo me inspiró estas líneas. 
También nosotros seleccionamos entre los desechos de la mente histórica aquellas partes a las que damos valor. Siendo ese valor, positivo O negativo, la opción oculta de muchas de las circunstancias que después no comprendemos.
Voy a contar un cuento:
Hace tiempo, en la cima de una montaña blanca vivía un eremita de largas barbas. Era un hombre simple y su vida era modesta. Por la mañana saludaba al sol y mencionaba uno por uno los tipos de pájaros y de árboles que rodeaban la choza. 
Es un ejercicio de memoria, decía el eremita, pero en realidad, y él lo sabía, en aquel rito de pronunciar el nombre los árboles se multiplicaban y los pájaros variaban su trino. 
Los dioses -celosos como son- pensaron que ese hombre estaba demasiado tranquilo y decidieron molestarlo. Un día, el hombre fue al lago de cascadas azules a recibir los dones del agua, y al mirarse, por primera vez en mucho tiempo su imagen se reflejó. Y el hombre conoció la soledad en el desdoblamiento de su rostro. !Qué viejo estoy! pensó, y hace tanto que no tengo compañía...
Dejó de escuchar los trinos, el sonido de la vertiente, y los árboles se volvieron opacos como mudas estatuas; la luna solo le hablaba de tristeza.
Soy un hombre, pensó, busco a un semejante, alguien con quien pueda entenderme en la misma lengua.
Y  así fue que decidió dejar la choza  para ir en busca de compañía semejante.
El primer semejante que cruzó era un bandido que luego de robarle lo dejó tirado con apenas un trapo y una escudilla de arroz. El segundo semejante era un hombre violento que discutió con él ni bien toco su puerta. El tercer semejante fue una mujer joven y hermosa cuya dicha conyugal fue destruída por celos enfermizos. Luego vio un niño, y sintió pena y envidia de su lozana juventud.
Descubrió la venganza en boca de una madre que maldijo al marido, y también el Poder en la semejanza del Juez, severo y codicioso. 
Estaba cansado ya de tanta semejanza cuando en un sueño fue llevado a la cascada azul para mirar su rostro nuevamente. ... Era otoño y los árboles se reflejaban intactos. 
Los rostros de todas las semejanzas descendían de la cascada azul alumbrados por los dorados rayos de la tarde.  
!Conociste la semejanza! Dijo una voz atronadora, ¿Qué cambiarías de todo lo que viste?. - Te fue otorgado ese poder-.
                Nada, respondió el ermitaño, sólo a mí//.  


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