domingo, 1 de julio de 2012

El pequeño aliento: Exhumación de la palabra

La escritura se ha vuelto espaciada, trabajosa, temática, y quizá menos adjetivable o subjetiva…
¿Dónde quedaron los mares de la mente sub-oscura que navegaba el mito entre fantasmas y promesas?
...Cierta vez escuché de alguien que lo más triste y temido del camino espiritual es el momento cuando después de opacar los espejos intrincados queda solo la espera, la espera sin Dios.  
La simple espera paciente de lo que no sé, y de lo que jamás llegaré a entender. La paciencia del que se sienta en el salón -con la mesa puesta- a la espera de que llegue el invitado, esas cosas familiares que fueron convocadas sin condiciones ni zozobra; lo venido.
Y sin embargo,- se queja la llorona de turno-, no me siento orgullosa de esta paz de asfalto interminable, regular, y sin destino ulterior.
¿Acaso sea este el Gran camino?, la condición extranjera del que vive entre un estar y un irse sin motivos. El puro estar que inventa un sentido que luego le adjudica a los extraños signos, como el soñador inventa cuando relata un sueño.  
…Pero el egocéntrico narrador ha perdido credibilidad en sus versiones, e irremediablemente se extingue en un mutismo higiénico. El mutismo de la palabra desprovista de figuraciones; es decir, la palabra y su delgado esqueleto, la palabra y sus órganos, la palabra y sus fluidos automáticos, la palabra apenas…
Y detrás de la palabra ¿Qué o Quién?
               …Viento, que no se sabe de dónde viene ni a dónde va…
Sutil ráfaga que mueve la emoción hasta emitir sonido: exclamar, describir, rogar, excusar, disentir y acordar sin convicción excluyente...
             Pero siempre en nombre y por Gracia del “pequeño aliento”, del que nada conozco y aún así presiento en el olfato de la mañana. 
...Aireadísimo, evasivo!Cómo se parece al amor!. Si lo duelo, si lo busco, si lo llamo, si lo apropio; desencarna y desvaneeeeece....     l

1 comentario:

  1. ... la palabra es para alguien, y el hálito que la plasmó levita atento para sentir la escucha. Si no accede Dios, puede recogerla un ángel cualquiera para quien esa palabra sea más que sutil vibración del éter. Y quedará preñado de ella y alumbrará una nueva palabra. Atinada, falaz, risueña, equívoca, absurda, odiosa, ambigua, amiga. Como a hija bastarda y pródiga hay que aceptarla...

    ResponderEliminar