¿Dónde quedaron los mares de
la mente sub-oscura que navegaba el mito entre fantasmas y promesas?
...Cierta
vez escuché de alguien que lo
más triste y temido del camino espiritual
es el momento cuando después de opacar los
espejos intrincados queda solo la
espera, la espera sin Dios.
La simple espera paciente
de lo que no sé, y de lo que jamás llegaré a entender. La paciencia del que se
sienta en el salón -con la mesa puesta-
a la espera de que llegue el invitado, esas cosas familiares que fueron convocadas
sin condiciones ni zozobra; lo venido.
Y sin embargo,- se
queja la llorona de turno-, no me siento orgullosa de esta paz de asfalto
interminable, regular, y sin destino ulterior.
¿Acaso sea este el Gran camino?, la condición extranjera del
que vive entre un estar y un irse sin motivos. El puro estar que inventa un sentido que luego le adjudica a
los extraños signos, como el soñador inventa cuando relata un sueño.
…Pero el egocéntrico narrador ha perdido credibilidad en sus
versiones, e irremediablemente se
extingue en un mutismo higiénico. El mutismo de la palabra desprovista de
figuraciones; es decir, la palabra y su delgado esqueleto, la palabra y sus órganos,
la palabra y sus fluidos automáticos, la palabra apenas…
Y detrás de la palabra ¿Qué o Quién?
…Viento, que no se sabe de dónde
viene ni a dónde va…
Sutil ráfaga que mueve la emoción hasta emitir sonido:
exclamar, describir, rogar, excusar, disentir y acordar sin convicción excluyente...
Pero
siempre en nombre y por Gracia del “pequeño
aliento”, del que nada conozco y aún así presiento en el olfato de la mañana.
...Aireadísimo, evasivo, !Cómo se parece al amor!. Si lo duelo, si lo busco, si lo llamo, si lo apropio; desencarna y desvaneeeeece.... l
...Aireadísimo, evasivo, !Cómo se parece al amor!. Si lo duelo, si lo busco, si lo llamo, si lo apropio; desencarna y desvaneeeeece.... l
... la palabra es para alguien, y el hálito que la plasmó levita atento para sentir la escucha. Si no accede Dios, puede recogerla un ángel cualquiera para quien esa palabra sea más que sutil vibración del éter. Y quedará preñado de ella y alumbrará una nueva palabra. Atinada, falaz, risueña, equívoca, absurda, odiosa, ambigua, amiga. Como a hija bastarda y pródiga hay que aceptarla...
ResponderEliminar