jueves, 31 de mayo de 2012

Cuando los budas se manifiestan como objetos

La meditación en la vida cotidiana- a mi entender- tiene que ver con esos momentos en que un hecho, un objeto, o una circunstancia asumen la representación simbólica de un sentido que nos remite a un funcionamiento mental (o emotivo) ocurrido en ese momento O quizá mucho tiempo atrás. Me refiero a un tipo de revelación instantánea semejante a una tomografìa del subconsciente.
Cuando dé un ejemplo sobre lo que digo, estoy segura que ustedes sabrán a qué refiero porque esto nos sucede todo el tiempo, aún cuando no advirtamos que se trata también de un acto meditativo.
...En realidad, no sé cuál es su nombre técnico, pero en mi caso es la meditación qué más frecuento y de la que puedo dar Testimonio Fiel.  Se trata de una meditación que ingresa en el mundo cotidiano como un otro (con ansia de conocer) y termina fundiéndose con lo que Ve para que ese Ver, hable.
Pero todo lo que digo quedará más claro cuando narre un ejemplo: El caso misterioso de la Juguera y la mente.
                     Sucedió en estos días...
Al ordenar la cocina encontré archivada una multiprocesadora de la que solo estaba utilizando la parte para  licuar. El resto yacía en una caja arrumbada por un inconveniente tècnico.
...Durante el verano intenté armarla, y pese a que el manual indicaba cómo hacerlo las piezas no encajaban.
Pase varios días intentando, sola y con ayuda, pero ningún ingenio pudo con ella. Tenía todas las piezas, seguíamos el manual, y sin embargo, !misterio!. Las partes no encajaban.
Cuando reabrí la caja estudié el problema nuevamente y mi conclusión categórica fue que a la procesadora le faltaba una pequeña pieza.
Hice las averiguaciones pertinentes y en todos los comercios dijeron que la máquina vino por importación hace mas de dos años y que no quedaba ningún repuesto.
Con resignación volví a guardar la multitodo y abandone la lucha convencida de que así funciona la vida: un pequeño adminículo, quizá un detalle insignificante, tiene el poder subrepticio de arruinar una totalidad de apariencia perfecta. Tal fue mi convicción.
Por suerte esa tarde llego la Gran Julia, amiga del alma, quien tiene el instinto y la habilidad de las personas con los pies y las manos en la tierra. Le transferí el problema y sin demora recorrió el camino de pruebas y ocurrencias que la llevaron a la misma conclusión: falta algo...
...Entonces, otra vez guardamos la máquina pero no quedó conforme. Estaba inquieta y su conversación se espaciaba por ratos.
  Quiero probar de nuevo, dijo. hasta que en un momento, mirando el diseño del manual, ella vio algo que yo nunca Vi. Retiró una pieza del armado y las partes encastraron igual que un rompecabezas.
No es que falta una pieza,dijo, sobra.
Y en ese instante, mi propio rompecabezas también se armo, y entendí.
En la estructura actuante de la mente mía existe un patrón exhacerbado para percibir la falta que me impidió ver la sobra; esa colíta de más que no estaba en el dibujo del manual Y que mis ojos no vieron.
O para decirlo de otro modo. "Aquello otro" es lo que una cierta estructura permite percibir, y en este caso la estructura carecía de formato para detectar la sobra.
 ...Eso pensé. Es justo en este punto en que el ejercicio de la vacuidad se vuelve operativo, pues, no se trata de reducir el mundo a un fantasmagórico espejo de ilusiones, sino de vaciar la mente de sus formatos previos (hasta dónde se pueda) con el único propósito de que nuestra restringida percepción no excluya los detalles, esos detalles cuyo poder hace que las cosas mas queridas, quizá nuestras mejores proyectos y sueños, no funcionen.        

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