El mito de Perséfone explica el origen de los ciclos estacionales y
el devenir de los fenómenos que la
filosofía China llama el crecer y decrecer del yin y el yang. La contracción y
expansión de todo aquello que se
manifiesta como perpetua transformación que ocurre en todas las cosas, y que el sabio Lao tsé describe de este modo.
“Si quieres comprimir una cosa, procura que antes se dilate. Si quieres
hacer que se debilite procura que se fortalezca primero. Si quieres acabar con
su existencia espera a que florezca
plenamente. Si quieres que alguien le eche de menos, tendrás que dársela
primero. A esto se le llama percibir la naturaleza de las cosas”. XXXVI Tao Te Ching
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Según esta concepción mítica filosófica la
noción de ciclo comprende, no un mecanicismo repetitivo sino la renovación
entendida como una totalidad de estados que abarcan el desarrollo de un
fenómeno, desde lo que aún no es visible hasta su caducidad inexorable, y
cuya función es perpetuamente regenerativa debido a la consecución de estados
interiores de transformación en los que el fenómeno despliega de un modo provisorio la manera de presentarse
en el mundo; ora frio o caliente, débil o fuerte, húmedo o seco, blando o duro,
oscuro o luminoso, y todas sus posibles combinaciones. Se trata de una
concepción del mundo que nos permite comprender que aquello que vemos y
describimos no es otra cosa que el aparecer instantáneo de un imperceptible movimiento de la mente acostumbrada
a “fijar” imágenes en su memoria, O micro fotogramas que su atención logra
capturar por atracción o aversión acumuladas.
¿Ellos están diciendo
que el tiempo es un movimiento de la mente?, Si. Porque finalmente aquello que
acontece deriva de una matriz cuya secuencia impregna el acto mismo de Ver con
un modelo prototípico del origen biológico, constituyéndose dicho patrón en un
hábito perceptual de la especie. Y a mi entender, cuando hablamos de naturaleza
estamos hablando de la matriz biológica aplicada a una dimensión de
significados que lo constituyen a él Hombre, y a todo cuanto lo rodea en objeto
de nombre y de sentido. Vuelvo a este origen que explica la “naturaleza de las cosas” con el objeto
de despejar cualquier presunción que nos impida ejercer la facultad de
“designar” con la libertad de espíritu que tal facultad requiere.
En el mito
de Perséfone la naturaleza queda sujeta a una negociación del mundo de los
dioses respecto del inframundo y la dimensión terrestre. Una suerte de conciliación
entre las fuerzas abismales y el orden manifiesto de la lógica gramatical, que
otorga nombre y sentido. Zeus, el logos y Deméter, la cosa designada son
atrapados en el abismo de Hades a través de Perséfone. Su rapto, no es otra
cosa que la sumisión de la lógica gramatical al mundo del caos, el espacio
incondicionado de la mente, el puro espacio. Deméter, en ese instante pierde el
poder de dar sentido y la naturaleza
se vuelve infértil, seca y exangüe. Tal
parece ser hoy la situación en la que nosotros, la humanidad, nos encontramos respecto
de los significados: en su desolación
Deméter está “secando la naturaleza”, y en su lugar un mundo de oscuridades se
impone por sobre el antiguo conocimiento.
Naturaleza decrece y el reino de Hades se fortalece a costa del viejo orden. Perséfone come el fruto del jardín de Hades quedando presa de la subyugación de sí misma. Pero Zeus, Padre y cómplice del raptor, decide rescatarla. Las leyes de Hades son estrictas, pero también las suyas lo son: Perséfone tendrá que alternar entre el reino subterráneo de Hades, el inconmensurable incosciente, y su madre naturaleza. De este modo, el retorno de Perséfone es siempre el retorno del sentido, la designación vital y novedosa representada por la primavera, la oportunidad de la naturaleza para otorgase una matriz nueva, Un prototipo biológico no determinista ni sujeto a leyes implacables; un nuevo nacimiento. //
Naturaleza decrece y el reino de Hades se fortalece a costa del viejo orden. Perséfone come el fruto del jardín de Hades quedando presa de la subyugación de sí misma. Pero Zeus, Padre y cómplice del raptor, decide rescatarla. Las leyes de Hades son estrictas, pero también las suyas lo son: Perséfone tendrá que alternar entre el reino subterráneo de Hades, el inconmensurable incosciente, y su madre naturaleza. De este modo, el retorno de Perséfone es siempre el retorno del sentido, la designación vital y novedosa representada por la primavera, la oportunidad de la naturaleza para otorgase una matriz nueva, Un prototipo biológico no determinista ni sujeto a leyes implacables; un nuevo nacimiento. //
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